Falleras interculturales

El Pais
October 19, 2004

Falleras interculturales

LYDIA GARRIDO

Como inspirada por Pastora: “No me llames Carmina, llamame Gueguel”.
Prefiere la alegoria a la alegria en lengua armenia que encierra su
segundo nombre. Carmina Gueguel Massmanian es, desde anoche, la
fallera mayor de Valencia para 2005. Entra en el reinado con los 23
anos a la vuelta de poco mas de dos semanas, ajustada en negro por el
corte y confeccion de una madre que se desdobla entre el diseno de
moda y la atencion al paciente. Plantara en la plaza de la Reina en
un aniversario sonado: 125 anos de la comision La Seu-La Xerea-El
Mercat. Aplazara la toga de letrada por el cancan del traje de
fallera que paseara por cualquier celebracion que se precie. “Sin
vivir en una burbuja, eso si”. Y es que despues de coger el guante a
la congelada emocion de Rita Barbera al comunicar el gran honor y
agradecer la representacion “de todos los valencianos”, Gueguel se
comprometio con la no violencia. “Me preocupa la realidad del mundo
en que vivimos, la violencia de genero muy especialmente, las luchas
entre algunos paises y el terrorismo”.

Algo de la tragedia historica de pueblos con poca fiesta la ha
conocido de la memoria viva de su padre, porque sus lejanas tierras
de origen le siguen siendo extranas. Massmanian esta entre los
ilustres de la medicina en dermatologia. Recibe en el centro de
especialidades de la calle de Alboraia y en La Fe, al margen de su
propio rincon. Nacio en Siria en el seno de una familia armenia, paso
por El Libano y llego a Madrid en 1966 porque la historia de un loco
que luchaba contra molinos se colo entre sus cuentos infantiles y le
desperto la curiosidad por Espana. “Me cerraron la Facultad”,
explica. Y se dijo: “Valencia, que tiene una buena facultad y mar”.
Antranick Massmanian, que asume con naturalidad el rosario de errores
que coleccionara sobre la traduccion grafica del nombre y apellidos
de su hija, es un habilidoso de la guitarra clasica. Y confiesa que
ninguna de sus pasiones artisticas se ha reproducido en sus dos
hijas. Mas bien se parecen a Mari Carmen: enfermera, disenadora de
moda y muy, muy fallera.

La fiesta tambien es consanguinea en casa de los Sanchez Beltran.
Cristina, a la sazon fallera mayor infantil, es hija de un sevillano
que no ha perdido el acento y de una valenciana con raices en Alzira.
La pequena de las tres hijas encajo la distincion como si hubiera
nacido tambien con ella. Suelta y resuelta, aviso que tambien ella
estara entre los laureados en la medicina, pero en la cirugia o la
cirugia plastica: “Para tocarle a la gente lo que no le guste,
quitarle los complejos”. Tiene diez anos, estudia en el colegio
Antonio Maria Claret, la peluqueria de su madre no es su lugar
preferido, enreda divinamente con las matematicas y el trabajo de su
padre lo resume en una formula: “agente comercial, vende”. Con ella
explica su dedicacion a la exportacion e importacion de productor
carnicos. Solo se extiende en sus habilidades con las lenguas: “Hablo
valenciano, claro con mis iaios, estudio aleman y hablo ingles”. Sin
problemas con la altura, igual como base que alero, pelea por la
canasta en sus partidos de baloncesto.

Confiesa su historiada coqueteria: “Para manana hoy para el lector
prefiero llevar el traje inspirado en el siglo XIX, tengo otro que
recuerda a los del XVIII pero la manga…”. Y quiere dejar claro que
el corte de su talle para el dia de ayer habia sido a medida, como si
ya fuera fallera mayor.

Gueguel y Cristina se convirtieron ayer en una pareja de hecho para
la Fallas. Empezaron el ejercicio sobre similares jaspeados de gres,
entre retratos de mayores y otros que no lo son tanto, cercanos y
lejanos afectos, en platas lucidas y maderas labradas, con paisajes
bucolicos de fondo, achuchadas y agasajadas con flores y brindis. La
una con la perspectiva de la graduacion para lucir punos desnudos. La
otra, con la punteria a prueba de tiros libres para que nada quede
por decir: “Se tiene que hablar mucho de las Fallas”.