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El Periódico, España
4 sept 2004

El polvorín del Cáucaso

• El territorio es un conjunto de pueblos y naciones de diversos
orígenes lingüísticos y étnicos
• Hay numerosos conflictos latentes que Rusia no ha sido capaz de
resolver

MARC SEMO
PARÍS

Después del desmembramiento de la Unión Soviética en 1991 y la
independencia de las repúblicas transcaucásicas (Georgia, Armenia y
Azerbaiyán), la Federación Rusa teme perder el control del mosaico
étnico del Norte del Cáucaso.

Una auténtica Babel
El Cáucaso es, en verdad, una auténtica Babel. Una extraordinaria
concentración de pueblos de origen turco, persa e indoeuropeo, pero
una cuarta parte de ellos son autóctonos, no se puede relacionar con
ningún otro grupo étnico o lingüístico en el mundo. “Son estructuras
sociales cercanas. La mayoría son musulmanes sunís, practicantes
tolerantes del sufismo”, subraya Georges Charachidze, especialista en
filología y civilización en el Cáucaso.
La conquista rusa conllevó el éxodo forzado en 1864 de la mayor parte
de cherkesos hacia territorio otomano y el aniquilamiento de los
ubiks. Fieles al principio de dividir para poder reinar, el régimen
soviético organizó la región en seis repúblicas autónomas que se
convirtieron después de siete años en una mezcla de pueblos
diferentes, incluso hostiles entre sí.

El conflicto checheno
“Los chechenos son los más numerosos y representan una masa compacta
dentro de un territorio continuo”, explica Charachidze. En Chechenia
había un millón de chechenos antes de las masacres y de las
deportaciones en masa, organizadas por Stalin, después de la segunda
guerra mundial. Después de su rehabilitación en 1956, volvieron a su
tierra. Y eran unos 800.000 en el momento de la disolución de la
URSS. Los chechenos han proclamado unilateralmente su independencia
en noviembre de 1991. La reivindicación fue encabezada por el general
Dudayev, asesinado en 1996
En 1992, los chechenos se separan de sus primos ingushetios, que
dudan en desafiar a Moscú. Creyendo que el “ejemplo checheno” no se
extiende, el presidente ruso Boris Yeltsin, lanzó en 1994 a su
Ejército contra la república separatista. La capital, Grozni, cayó
después de meses de combates encarnizados. En agosto de 1996, los
rebeldes chechenos conquistaron la capital. El acuerdo de Kasaviurt
selló la derrota rusa, dejando a la pequeña república en una
independencia de facto. Mientras, Moscú hizo todo lo posible para
favorecer el caos antes de intervenir de nuevo militarmente en
octubre de 1999.

Extensión del conflicto
El recorrido de los oleoductos ya construidos o en proyecto
acrecienta, aún más, la importancia estratégica del Cáucaso Norte,
así como la de las repúblicas transcaucasianas, formalmente
independientes, que Moscú sigue considerando como una zona bajo su
influencia. La tensión potencial más grande es con Georgia, república
presidida por Mijail Saakachvill.
El ataque contra Beslán, primera gran acción chechena en Osetia del
Norte, es desde esta perspectiva, inquietante. Osetia del Norte, que
pertenece a la Federación rusa, es una república mayoritariamente
cristiana. En 1957, la URSS le dio un 40% del territorio ingushetio,
y aparece como el punto de apoyo más fiel a Moscú. A este panorama se
añaden los numerosos micro-conflictos latentes atizados desde Moscú,
en el seno de las repúblicas autónomas, como la de los cherkesos. Los
combatientes chechenos, intentan, por lo que se refiere a ellos,
extender su lucha a los vecinos de Ingushetia y Daguestán. El mosaico
caucásico contiene al menos 26 pueblos diferentes, mayoritariamente
musulmanes, obligados a confraternizar por su condición de minorías.

From: Emil Lazarian | Ararat NewsPress